Cognición ambiental: Percepción y significado del entorno
La experimentación del
ambiente tiene lugar a través de al menos tres procesos diferentes que a veces
se simultanean y yuxtaponen: percepción, cognición y significado ambiental. El
resultado de estos procesos da lugar a un juicio, evaluación o valoración
ambiental que traerá determinadas actitudes y consecuencias en el
comportamiento.
Las sensaciones recibidas
del ambiente son integradas en unidades de contenido y significado que nos
permite conocer, comparar o explorar el entorno y actuar en consecuencia
teniendo en cuenta juicios, motivaciones e intereses personales,
características ambientales y el contenido social derivado del propio contexto.
La percepción ambiental,
definida por Ittelson en 1978, incluye componentes cognitivos (pensamientos),
afectivos (emociones), interpretativos (significados) y evaluativos (actitudes,
apreciaciones).
Este mismo autor
diferencia entre percepción objetual y ambiental. De esta forma, la percepción
objetual se centra principalmente en la búsqueda de las propiedades simples de
estímulos, mientras que la percepción ambiental se focaliza en escenas a gran
escala, considerándolas como entidades globales. La investigación en la
objetual considera a la persona como un ser que capta pasivamente los estímulos
ambientales; se enfatiza el estudio de las reacciones humanas ante estímulos
simples. Sin embargo, la investigación en la ambiental considera al individuo
como un ser que se encuentra dentro del entorno, que se mueve dentro del mismo
como un componente más.
La percepción ambiental
considera que el individuo organiza su experiencia en el entorno a partir de
unos determinados propósitos u objetivos. De esta forma, no resulta ser un
simple proceso sumatorio de sensaciones ambientales ni tampoco la suma de
percepciones objetuales: la persona de manera natural percibe holísticamente y
simultáneamente su entorno.
Esto nos lleva al estudio
de la escuela de la Gestalt, la cual examino la incidencia en los sistemas
totales, en las estructuras en las que las partes están interrelacionadas
dinámicamente de manera que el todo no puede ser inferido de las partes
consideradas separadamente. Creían que las experiencias perceptivas dependían,
por un lado de los patrones formados por los estímulos, y por otro de la
organización de la experiencia. Esta escuela tuvo sobre todo una gran
importancia por sus famosos principios de organización perceptiva.
Desde esta escuela,
definieron un conjunto de leyes de la percepción compartidas por todos: lo
primero que hacemos al percibir involuntariamente es separar la figura del
fondo (Ley figura-fondo).
Un factor que ponemos
nosotros a la hora de la experiencia ambiental es toda una serie de atributos
personales que llevamos incorporados en nuestra psique y que son necesarios
para la percepción y más aún para el juicio y el significado ambiental que le
demos a la misma. Todo este arsenal personal nos lleva a vivir los espacios y
ambientes de manera idiosincrásica, lo que hace que ya comencemos a diferenciar
entre percepción ambiental “in situ” y cognición ambiental, que hace
referencia más a cómo son los lugares en nuestra mente, como los tomamos y como
se tratan.
La mayor aportación de la
cognición ambiental e incluso de esta rama de la Psicología son los mapas
cognitivos, que son constructos hipotéticos que abarcan los procesos
mediante los cuales tomamos información sobre el ambiente espacial, para
guardarla y codificarla, y así poder memorizarla y usarla a nuestro antojo.
El producto más popular obtenido
de la investigación con los mapas cognitivos es la obra de Kevin Lynch para estudiar la representación de la ciudad. - “La imagen de la ciudad”, con cuya publicación se pretendía respuestas
a preguntas como “¿de qué manera llegar a una ciudad determinada?”.
Otra
aplicación que se extiende de los mapas cognitivos es cuando estos se
convierten en variables independientes que afectan a la orientación y a la toma
de decisiones espaciales para movernos por el entorno urbano. Ésta
se verá afectada por la calidad y accesibilidad mental del mapa cognitivo
desarrollado así como por características propias del entorno que Garling,
entre otros, las nombraron como: diferenciación, grado de acceso visual y
complejidad del trazado espacial.
También existen ejemplos
puntuales de cómo son los propios habitantes los que definen sus particulares
caminos o rutas en la ciudad a pesar del trazado impuesto, atendiendo a
variables como la prisa, la primacía del momento o la asiduidad con la que
realizan ese recorrido concreto. Es lo que se conoce como Desire lines.
Para continuar sentando
las bases respecto a la planificación urbana y comprender los antecedentes en
la prevención del delito a través del diseño urbano no podemos dejar de
mencionar el trabajo de Jane Jacobs en
Muerte y vida de las grandes ciudades (1961).
Esta autora activista
urbana defenderá a ultranza la necesidad de que la gente se apropie de los
lugares públicos para conseguir ese efecto. Según su opinión, para hacer de las
ciudades lugares más seguros hay que diversificar los usos del suelo,
promoviendo mayor actividad en la calle, estimulando la creación de controles
informales y creando mayores posibilidades de vigilancia natural en los
espacios en la ciudad.
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